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Las mujeres que conducen medios de transporte avanzan, pese al machismo

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Las mujeres que trabajan en el transporte público se sumergen en un ámbito de tradición machista en el que deben abrirse camino imponiendo su conocimiento e impronta y sobreponiéndose a los prejuicios.


Una de las historias que decidió destacar la periodista Josefina Marcuzzi de La Nación, es la de Fernanda Coronel. Su abuelo era piloto, pero a ella, de chica, no la entusiasmaba demasiado volar. Tampoco tenía muy en claro cuál era su vocación; lo descubrió a los 17 años, cuando su papá la llevó a un curso para conducir un helicóptero. Después de su primera hora de vuelo, entendió que a eso quería dedicarse por el resto de su vida. "A los 21 años tuve mi primer trabajo en aviones de carga. Llevaba diarios, volaba de noche. Es difícil que tus afectos entiendan que este trabajo te quita tiempo, pero yo no me veo haciendo otra cosa", aclara Coronel.


El machismo que se vive en el ámbito de la aviación nunca fue un impedimento para Fernanda, aunque admite que le resulta un tanto incómodo. "Se genera una especie de competencia en la que el hombre no soporta ser menos. «Yo debería estar volando el avión que estás volando vos», escuché alguna vez. Y pensaba, entre mí, que me había ganado el lugar con mucho esfuerzo." Pese a todo, Fernanda se ríe a carcajadas. En 2006 logró su máximo objetivo: entrar en Aerolíneas Argentinas. En 2007 hizo su primer vuelo, a Trelew. "No podría olvidar ese viaje. Fue el momento en el que mi dedicación dio sus frutos", recuerda.

Otra de las historias de vida de mujeres al volante que resaltan en la nota es la de Raquel Montañez, que es la única conductora especializada de subte. Tiene 49 años y hace 21 que trabaja para la empresa Metrovías, hoy conduce en la línea H. Su familia era trabajadora y heredó de su padre, ferroviario, el amor por los trenes.


Asegura que no tiene muchos inconvenientes con los hombres, que la respetan por ser quien es. Aunque aclara que la "han mandando a lavar los platos varias veces". Una frase recurrente hacia las mujeres que están detrás de un volante. "Pero inmediatamente marco el límite. Ocurre lo mismo con la gente que mira de reojo, con desconfianza. Yo hago bien mi trabajo y eso es suficiente para demostrar quién soy", reflexiona.


Jesusa Benguria; tiene 68 años y es la primera mujer conductora del Premetro en la ciudad. Insertarse en un mundo de hombres no le fue nada fácil. Entró a la empresa por casualidad, a raíz de un pedido en los clasificados. Se desempeñó en la boletería, luego como guarda y, cuatro años atrás, la convocaron para conducir el Premetro, que une la línea E del subte con el barrio porteño de Villa Soldati. "Al principio me costó, porque los hombres conducían el Premetro desde hacía 25 años. Me decían que no iba a poder manejar, que me iba a patinar en la vía. Y yo soy hija de vascos. ¡Para qué… No les iba a dar el gusto!", se ríe Jesusa.


Unas y otras sostienen que hombres y mujeres son iguales en todos los ámbitos. Ellas defienden la igualdad y pregonan, todos los días, su trabajo. En la calle, en sus casas, en sus vidas.

 

Fuente: La Nación