La Junta de Seguridad en el Transporte (JST) presentó un informe con recomendaciones tras analizar un accidente aéreo ocurrido en un vuelo comercial no regular sanitario en Esquel, Chubut. Producto del accidente habían fallecido en el hospital de la localidad tres de los cuatro tripulantes.
El incidente se produjo el 5 de mayo del 2020 en las inmediaciones del Aeropuerto Internacional Brigadier General Antonio Parodi de la capital de la provincia. En aquella ocasión, el vuelo de la Aeronave Learjet 35A matrícula LV-BXU se había producido con normalidad pero al momento de acercarse para aterrizar, el piloto debió hacer maniobras de escape ante una metereología adversa por niebla que derivaron en un impacto contra el terreno con el tip tank del ala izquierda. Luego, la aeronave se desplazó 400 metros y se detuvo en posición invertida.
Aproximadamente 20 minutos después, el Servicio de Salvamento y Extinción de Incendios (SSEI) llegó al lugar del suceso. Aunque los ocupantes de la aeronave sobrevivieron al impacto, tres de ellos fallecieron luego.
Entre lo detectado por la investigación de la JST, confirmaron que el controlador aéreo informó al piloto que previera el uso de una carta de navegación específica para realizar la maniobra de aproximación y aterrizaje por instrumentos que requería 1200 metros de visibilidad, aunque al momento era menor. A pesar de esto, el piloto tomó la decisión de continuar con la carta de navegación. Por otro lado, el análisis de las comunicaciones reveló que la fraseología utilizada no fue precisa.
A su vez, se presentaron divergencias en las prácticas de la tripulación, que contaba con todas las licencias y habilitaciones necesarias. Mientras el piloto obtuvo la habilitación luego de la instrucción inicial y prácticas en un simulador, el copiloto había realizado las segundas en la propia aeronave, sin haber practicado en simulador ni ejecutado procedimientos como la aproximación frustrada.
También, la JST detectó que el aeropuerto de Esquel no disponía de un servicio de sanidad aeroportuaria, a pesar de que lo exigía el plan de emergencia del aeródromo. Otra irregularidad encontrada fue que el SSEI había realizado dos simulacros en condiciones de óptima visibilidad y si bien uno de ellos obtuvo un resultado “regular”, no se encontraron registros de los motivos de esta calificación, ni sobre las medidas sugeridas para mejorar el resultado. Además, carecía de un manual de funcionamiento o procedimientos específicos para operar en condiciones de baja visibilidad.
De esta forma, el organismo emitió tres recomendaciones de Seguridad Operacional (RSO). Una es “reevaluar y corregir las previsiones de las RAAC 61 en los contenidos referidos a habilitación de copilotos en aeronaves que requieren dos pilotos por certificación para su operación, de modo de asegurar de manera inequívoca niveles de conocimientos y competencias equivalentes en los miembros de una tripulación, así como para desalentar prácticas informales que distorsionen la estricta aplicación de la normativa, en letra y en espíritu”.
En segundo lugar, pidieron “garantizar que los Servicios de Salvamento y Extinción de Incendios cuenten con un manual de funcionamiento, que incluya guías y procedimientos actualizados, para responder ante una emergencia”.
Finalmente, solicitaron “implementar simulacros de accidente que reflejen de manera precisa y realista las potenciales condiciones meteorológicas desfavorables, así como las características y circunstancias propias de cada aeródromo”.
También aseguraron que “es fundamental cumplir los requisitos establecidos en los procedimientos de aproximación y los mínimos meteorológicos para llevar a cabo aterrizajes seguros en condiciones adversas”. Y, finalmente, enfatizaron “la importancia de utilizar una fraseología precisa y sin ambigüedades al transmitir información sobre las condiciones meteorológicas durante una aproximación instrumental”.
El informe completo se puede leer en la web oficial de la JST.
