(*) Por Conrado Reinke
Una fuerza laboral con las competencias adecuadas para el mercado de trabajo es un insumo clave para atraer inversiones, reactivar la economía y promover la creación de empleo inclusivo y sostenible.
Es importante que los trabajadores tengan el perfil que demandan los empleadores y la capacidad de desarrollar las nuevas habilidades que la constante transformación digital requiere.
Sin embargo, la educación formal aún no es suficiente para garantizar una buena inserción laboral y lograr una transición escuela-trabajo que resulte exitosa. Se han logrado mejoras en la cobertura de la educación primaria y secundaria, pero el desafío en nuestra región sigue siendo alcanzar pertinencia y calidad en la educación: Según estudios de organismos internacionales, más de la mitad de los adultos en América Latina y el Caribe no contaba en 2015 con habilidades básicas de alfabetización, aritmética y resolución de problemas y alrededor del 40% no tenía experiencia con computadoras o habilidades digitales básicas.
Resulta central que los esfuerzos se enfoquen en el diálogo social para cerrar la brecha de habilidades, mejorar la empleabilidad de las personas y aumentar sus oportunidades de acceder a empleos de calidad que depende de varios insumos críticos. En primer lugar, de un sistema de identificación de las habilidades que requiere el mercado laboral. Conocer la demanda es el primer paso: La brecha de habilidades ya era grave en el mundo que vivíamos antes del COVID-19. La cuarta revolución industrial trajo consigo una demanda de habilidades que cambia de forma acelerada. La mayor esperanza de vida implica que trabajaremos por más tiempo. Complementariamente, la globalización transformó la dinámica de los mercados de trabajo. La pandemia está exacerbando el impacto que la falta de habilidades tendrá en la pobreza, la desigualdad y las posibilidades de generar ingreso.
En segundo lugar, de un buen sistema de orientación laboral que permita identificar las fortalezas y brechas de habilidades que tiene cada trabajador. Y finalmente, de un sistema de formación que se ajuste a las necesidades de las personas y las empresas y pueda reducir las brechas de habilidades. Resulta central invertir en talento para impulsar el desarrollo, dentro de un esquema de diálogo social para la capacitación permanente.
En este contexto, muchos trabajadores corren el riesgo de quedarse atrás, especialmente aquellos más vulnerables que no tienen acceso a oportunidades de capacitación profesional y reinserción laboral. Una vez que empiece la recuperación económica, los trabajadores deberán estar listos para reinsertarse, y las empresas deberán disponer de capital humano preparado para enfrentar los nuevos desafíos. Los trabajadores deberán contar con habilidades clave para el trabajo: habilidades básicas de cuidado (como prevención y control de contagio, seguridad de salud y obligaciones de cuidado), habilidades digitales (como alfabetización digital, manejo de información y uso de herramientas digitales para servicios en línea) y habilidades blandas o socioemocionales (como resolución de conflictos, manejo de emociones y ansiedad, y comunicación).
La necesidad de promover la empleabilidad a través de la formación puede acelerar la demanda de una base sólida de determinadas habilidades, lo que exigirá a los gobiernos que potencien sus sistemas de formación y capacitación, trabajando en conjunto con el sector empleador. Invertir en el talento humano, y garantizar que ese talento coincide con lo que los empleadores requieren, es sin duda un elemento fundamental para impulsar el desarrollo económico y social del país.
(*) CEO de Trabajo Global y Experto en Derecho y Empleo.