“Bien se puede ser sindicalista y empresario. Pero no ambas cosas a la vez como tampoco convertir al gremio en una corporación, con respuestas de ese tipo que tanto daño nos hicieron en nuestro país en las nefastas décadas pasadas. Es tan reprochable la actitud de los empresarios que no aceptan el legítimo ejercicio de la vida sindical como la de los sindicalistas que permanentemente atentan contra la agremiación empresaria usando como blanco selectivos sus autoridades”, escribió Claudio López titular de CAENA en una columna del suplemento de Comercio Exterior de La Nación del martes 18 de octubre, bajo el título de "El pedido de la Marina Mercante",
Ayer Omar Suárez le contesto a través de una dura solicitada publicada en el matutino y aclara: “es evidente que el Sr. López, que además es CEO de la Compañía Naviera Horamar, confunde nuestra participación para sostener la fuente de trabajo, a la que tilda de "corporación" y no reconoce la ausencia empresarial que llevó al gremio a hacer tareas que debían haber hecho los empresarios. Es cierto que hubo una década nefasta. La sufrimos con nuestros compañeros desaparecidos. También es cierto que hubo silencio empresarial cuando esto les pasaba a los trabajadores del SOMU. No nos merecemos un agravio gratuito”.
No es menos cierto que “el caballo”, nunca ha negado y de hecho ha asumido este doble rol sobre antecedentes que tienen paralelismo en distintos gremios de Estados Unidos y Europa enrolados en la Federación Internacional de los Trabajadores del Transporte (ITF), de la cual el SOMU es un activo y reconocido gremio por las distintas luchas que encaró con éxito.
“Es pública y notoria la vocación empresarial del SOMU en la persona de su secretario general, Omar Suárez, y bien puede hacerlo. Pero si para ello usamos el poder sindical se produce una incompatibilidad inadmisible para el sector privado y se afecta la libre competencia”, señaló López en su columna y remató, “ël Gobierno debe arbitrar los medios legales, a través del Ministerio de Trabajo, para encauzar el permanente estado de beligerancia laboral que vive el sector naviero. El paro de actividades, último recurso en el abanico de medidas de fuerza, pasó a ser la regla. Muchas veces ni siquiera se conocen las razones de las huelgas ni se acata la conciliación obligatoria”.
Suárez tomó el guante y no le esquivó a las acusaciones. “Hoy se intenta reactivar la actividad, pero cuando los trabajadores nos comprometemos al desarrollo de la Marina Mercante, los empresarios sienten que somos competencia, sin asumir que venimos a ocupamos por su ausencia, del mercado en crecimiento. El SOMU. quiere empresarios prósperos, pero con trabajadores que gocen esa prosperidad. No nos preocupa que se nos confunda en nuestro rol de preservar la fuente de trabajo creyendo que es una corporación. En todo caso lo aceptamos. Somos una corporación de trabajadores convencidos que un país rodeado de agua como la Argentina necesita no dilatar más su desarrollo. Si los empresarios no lo hacen, lo hará el Sindicato. Y si nos quieren decir que somos una corporación, si, lo somos. De trabajadores manteniendo y ampliando la fuente de trabajo”, argumentó.
López: “se debe promover una ley de marina mercante que establezca reglas estables para los sectores involucrados”
.En otro tramo de su extenso análisis sobre la realidad del sector López sostiene que “es incomprensible que en una actividad de pleno empleo, con salarios ejemplares, totalmente formal y con convenios colectivos que los propios gremios reivindican en sus organizaciones internacionales como modelos, se viva en un estado de negociación coactiva sin fin”
“Destacamos la necesidad de crear una mesa de consenso entre el Estado, los empresarios y los representantes de los trabajadores para aumentar la competitividad de la bandera en el mercado regional e internacional. En segundo lugar, es preciso generar reglas claras de convivencia entre empresas y gremios que permitan un desarrollo sostenido del negocio naviero. En tercer lugar, hay que redefinir los roles de los actores sociales en el negocio naviero”.
“Las administraciones de Néstor y Cristina Kirchner fueron las que más hicieron por la marina mercante en los últimos 30 años y es justo reconocerlo. Ahora bien, todo este esfuerzo positivo puede perderse si no se corrigen las amenazas. La marina mercante se revitalizó con la incorporación de nuevos buques, barcazas e inversiones en astilleros, pero su actividad quedó limitada al cabotaje nacional porque los costos internos les quitan competitividad a los buques argentinos”.
“Los armadores hicieron un gran aporte, incorporaron unidades nuevas o seminuevas que implican barcos eficientes y de bajo costo. Resta tener costos salariales acordes con el mercado internacional o medidas gubernamentales que reduzcan los mismos. Necesitamos que el Estado comprenda la naturaleza internacional del servicio: se compite en un mercado libre y de baja tributación”.
“No creemos que el camino sea vía medidas que incrementen los costos de nuestros competidores. Esto no va a hacer más que aumentar el costo de la cadena logística, ineficiencia que pagan consumidores y productores”.
“La solución es dialogar desde la franqueza, la racionalidad y la definición de los objetivos comunes. No conduce a ningún lado que una parte imponga sus reglas en algo tan abarcativo como la marina mercante ni mucho menos es imaginable que las restricciones a los países vecinos generen un negocio en sí mismo. Si queremos un sector pujante y con proyección internacional no hay otro camino que resolver nuestros problemas de competitividad”.
“Se debe promover una ley de marina mercante que establezca reglas estables para los sectores involucrados (gremios, empresas e industria naval). Mucho se trabajó en la Multisectorial de la Marina Mercante -con la participación del sector sindical y empresarial- y Caena hizo su aporte a través de la Subsecretaría de Puertos y Vías Navegables”.
“Es inadmisible que una industria de capital intensivo carezca de un cuerpo normativo, donde se regulen y clarifiquen todos los aspectos importantes, como los mecanismos de inversión, la definición del carácter de armador argentino y sus beneficios, el régimen de bandera, la modernización del crédito marítimo, el establecimiento de procedimientos legales ágiles de acuerdo con estos tiempos, la participación de la industrial naval y el ámbito laboral específico, entre otros”.
Suárez: “queremos una marina mercante como la diseñó el General Perón”
En el tramo final de sus argumentaciones Omar Suárez destacó. “Nosotros queremos una Marina Mercante como la diseñó el General Perón, que fue la cuarta flota del mundo. No queremos una Marina Mercante desguazada como lamentablemente ocurrió en la década del 90, para que otra vez amarren en nuestro puerto buques de banderas extranjeras y con ausencia de los argentinos en los mares y ríos como en otros tiempos".
“No sirven decir que el periódico tergiverso nuestras declaraciones o echarle la culpa al emisario. Estamos dispuestos al debate cuando lo crean conveniente. Pero lo que no nos van a quitares el sueño de más trabajo para nuestros astilleros, de más carga argentina en barcos nacionales y de más trabajadores marítimos con retribución de acuerdo a sus esfuerzos”.
“Los trabajadores del S.O.M.U. nos tiramos al agua, porque sabemos nadar, y porque tenemos puerto de amarre en una Patria justa, libre y soberana”, finalizó el gremialista del SOMU y Director de Maruba.