Las decenas de empresas automotrices y tecnológicas que invierten miles de millones de dólares en el desarrollo de vehículos autónomos podrían tener que replantear sus objetivos y retrasar la conquista del mercado comercial, debido al accidente fatal que protagonizó ayer uno de los prototipos de Uber en Estados Unidos, alertaron especialistas.
Junto al reemplazo de la matriz de combustible fósil por electricidad, el desarrollo de los coches autónomos es una de las apuestas de la industria automotriz para revitalizarse y revolucionarse, pero la muerte de una mujer ayer arrollada por uno de estos vehículos en Tempe (Arizona) podría retrasar las pruebas, retrasar la comercialización y socavar ese optimismo. “La muerte de Uber podría ser aquello que hace que el público en general sea más escéptico”, dijo Bryant Walker Smith, profesor de la Escuela de Leyes de la Universidad de Carolina del Sur, que estudia las regulaciones de automóviles sin conductor, en declaraciones a Bloomberg.
No es realista imaginar que las empresas desconocieran la existencia potencial de accidentes fatales, pero los defensores de estos desarrollos insisten en que las muertes por la mala conducción humana se llevan miles de vidas en Estados Unidos y en el mundo. Sin embargo, los expertos hablan de un acostumbramiento lento a esa realidad: “A pesar del hecho de que los humanos también son propensos al error, tenemos como sociedad muchas décadas entendiendo esos errores”, destacó el profesor sobre derechos digitales Arun Sundararajan.
De esa forma deslizó que podría pasar mucho tiempo hasta que la gente equipare los accidentes con conductores humanos a los de coches autónomos. Entre las características técnicas, no todos los desarrollos son iguales ya que, mientras que Waymo usa un láser como Lidar para buscar la autonomía total, Uber usa radares, cámaras y tecnología de visión por computadora con el fin de asistir a un conductor que siempre debe mantener el control. De hecho, en el accidente de ayer había una persona sentada detrás del volante y habrá que esperar a los peritajes judiciales para establecer responsabilidades.
Por ello, para que estos coches se vendan masivamente, se deberá resolver un escenario en el que mucho tienen que decir los responsables de la industria de los seguros, coincidieron los especialistas. El escenario de un accidente fatal dónde no haya conductor implicará determinar de quién es la responsabilidad, si de la empresa que diseñó el sistema o de aquel que compró el coche. Si el coche autónomo logra instalarse como una alternativa más segura a la conducción humana, la industria del seguro ahorrará en indemnizaciones, pero también las primas cobradas a los asegurados deberán reducirse igualmente, un verdadero dilema para empresas que viven de estas pólizas.