Durante seis de los doce años de gobierno kirchnerista Ricardo Jaime decidió la política de transporte del país. El ex funcionario fue recientemente condenado por haber recibido dádivas (de empresarios a los que como funcionario público debía controlar, y también fue procesado porque se le detectaron bienes cuyo origen no pudo justificar también esta imputado en el juicio oral y público para determinar las responsabilidades penales de la Tragedia de Once.
A pesar de tener un frente judicial complicado con una decena de causas abiertas por los negocios que hizo en Transporte, Jaime recibió la semana pasada una buena noticia desde la Sala I de la Cámara Federal. Los camaristas Jorge Luis Ballestero y Eduardo Freiler sobreseyeron por prescripción a Jaime en dos casos en los que se lo acusaba de usar autos que estaban en poder del Estado para beneficio personal.
Los camaristas Jorge Luis Ballestero y Eduardo Freiler sobreseyeron a Jaime en dos casos en los que se lo acusaba de usar autos que estaban en poder del Estado para beneficio personal
En julio pasado el juez Sebastián Casanello determinó que habían prescripto dos casos de corrupción en los que están involucrados Jaime y Claudio Uberti quien, hasta el escándalo de "La valija de Antonini Wilson", fue el encargado del Organismo de Control de Concesiones Viales (OCCOVI). Por su tarea se lo llamaba "El señor de los peajes". Los dos casos comenzaron en 2011, cuando el juez de la causa era Norberto Oyarbide. Desde octubre de 2012 Casanello está a cargos de esos expedientes.
El fiscal federal Carlos Rívolo había imputado a ambos porque Jaime utilizó para beneficio propio dos autos que debían permanecer en la órbita del Estado. Uno de los autos -por eso está imputado Uberti- estaba destinado al control de una ruta con peaje. Pero el ex secretario de Transporte lo utilizaba como auto particular, se lo daba a manejar a un chofer -que no era de la Secretaría de Transporte- a quien contrataba por 100 pesos diarios. El chofer usaba ese auto para, entre otras cosas, trasladar a las hijas del Jaime. El segundo auto que Jaime usaba como propio estaba destinado a la supervisión de una obra pública ferroviaria. Pero Jaime se lo quedó para usarlo mientras era funcionario público.